Pandemia y crisis económica mundial:

Niebla en el horizonte

Resumen

Es imposible saber si una crisis económica mundial hubiera ocurrido en 2020 sin la pandemia de COVID-19, aunque muchos datos lo sugieren. Tampoco es posible predecir en qué medida afectará esta crisis a cada país, cuánto se prolongará y en qué medida la probable declinación de la pandemia será capaz de reactivar la economía en 2021. En 2020 hubo contracciones significativas del producto interno bruto (PIB) en muchos países (por ejemplo, en EEUU 3,5%, en Japón 5,3%, en la India 10,2%, en Rusia 3,1%); en China el PIB creció a una tasa minúscula (2,3%) comparada con la de años previos. Todo ello muestra esta crisis como sin precedentes desde la Gran Depresión de 1929. Está por ver si la economía se reactivará con el estímulo de billones de dólares aprobado en EEUU, enorme en comparación con el gasto público de otras ocasiones, o si entrará en una crisis inflacionaria como temen algunos economistas. La crisis económica asociada a la pandemia tiene características únicas y las predicciones económicas, siempre arriesgadas, en esta ocasión lo son incluso más. El primer año de pandemia ha demostrado que la infección afecta más a los varones que a las mujeres y es más probablemente letal cuanto mayor es la edad del paciente y cuando tiene enfermedades crónicas previas. Como esas enfermedades tienen un gradiente social y como el COVID-19 afecta menos a quienes tienen mayor nivel de renta que viven menos hacinados, o mejores empleos que permiten el teletrabajo, la mortalidad pandémica tiene también un gradiente por clase social y por grupo étnico y así en EEUU está siendo significativamente mayor entre los afroamericanos, los latinos y la población amerindia. Con diferencias probablemente no muy importantes entre países, la letalidad, es decir, la proporción de los que mueren entre quienes enferman, será tanto mayor cuanto menor sea el nivel de ingreso de los pacientes y así la pandemia contribuirá a mantener y aumentar las desigualdades de salud. Las vacunas se están distribuyendo en el mundo básicamente en función de la capacidad de pago de los países y dentro de cada país el favoritismo y las conexiones a menudo priman en la vacunación sobre el criterio epidemiológico de minimizar las muertes por el virus. Si algo está claro entre las muchas incógnitas que plantea el momento actual es la necesidad de apoyar a quienes abren alguna perspectiva de futuro, ya sean los manifestantes prodemocracia de Myanmar o de Hong Kong, los granjeros hindúes que luchan por su supervivencia frente a los grandes intereses comerciales, o quienes protestan contra el racismo, la represión, la corrupción y los abusos gubernamentales o policiales en Rusia, en Nigeria, en Nicaragua, en Paraguay, en EEUU o en cualquier país del mundo.