El “ecologismo popular y campesino” como marco  
para el movimiento por la soberanía alimentaria: el  
caso de “Nos Plantamos” (España)1  
“Popular and peasant environmentalism” as a framework for the food  
sovereignty movement: the case of “Nos Plantamos” (Spain)  
David Gallar Hernández*  
Isabel Vara Sánchez**  
Andrés Muñoz Rico***  
Resumo: La movilización social por la  
soberanía alimentaria en España se enfrenta a  
amenazas estructurales en el ámbito agrario y  
político, acompañadas de un nuevo ciclo de  
movilización agraria que intenta capitalizar la  
extrema derecha como parte de la ola  
reaccionaria global además de un intento de  
cooptación por su parte del propio concepto de  
soberanía alimentaria. En este texto se analiza el  
caso de “Nos Plantamos” (España) y se  
exploran sus retos, demandas y propuestas  
,como una iniciativa de base social que aspira a  
recuperar el protagonismo de los campesinos y  
campesinas en la producción alimentaria,  
defendiendo el territorio y la biodiversidad, y  
rechazando el modelo depredador de la  
agroindustria desde un marco de “ecologismo  
popular y campesino”.  
Abstract: The social mobilization for food  
sovereignty in Spain faces structural threats in  
the agrarian and political spheres, accompanied  
by a new cycle of agrarian mobilization that the  
extreme right is trying to capitalize on as part of  
the global reactionary wave, in addition to an  
attempt to co-opt the very concept of food  
sovereignty. This text analyzes the case of “Nos  
Plantamos” (Spain) and explores its challenges,  
demands and proposals, as a grassroots  
initiative that aims to recover the role of  
peasants in food production, defending the  
territory and biodiversity, and rejecting the  
predatory model of agroindustry from a  
framework of “popular and peasant  
environmentalism.”  
Palavras-chaves:  
Movimientos  
Contrahegemonía; Interseccionalidad.  
Agroecología  
sociales; Campesinado;  
política;  
Keywords: Political agroecology; Social  
movements; Peasantry; Counterhegemony;  
Intersectionality.  
1
Este texto proviene de los borradores extensos de diferentes textos escritos principalmente por David Gallar  
Hernández en torno a “Nos Plantamos” y que han sido publicados en distintos medios y con distintas coautorías.  
*
Doctor en Agroecología – Universidad de Córdoba. Profesor titular – Dpto. Ciencias Sociales, Filosofía,  
Geografía, T. e I. Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) – Universidad de Córdoba. ORCID:  
https://orcid.org/0000-0003-2273-2555. IP del proyecto “CampesinadoXXI” – PID2022-142218OB-I00,  
financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033/FEDER, UE.  
** Doctora en Agroecología – Universidad de Córdoba. Profesora – Dpto. Ciencias Sociales, Filosofía, Geografía,  
T. e I. Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) – Universidad de Córdoba. ORCID:  
*** Responsable de Soberanía Alimentaria de Amigas de la Tierra en España.  
DOI: 10.34019/1980-8518.2024.v24.46519  
Esta obra está licenciada sob os termos  
Recebido em: 11/11/2024  
Aprovado em: 09/12/2024  
El “ecologismo popular y campesino” como marco para el movimiento por la soberanía alimentaria:  
el caso de “Nos Plantamos” (España)  
Introducción  
Los tractores en España salieron a las carreteras en febrero, y antes en otros países  
europeos, y nos enseñaron las múltiples caras de las dificultades a las que se enfrenta el campo  
y nos mostraron también las múltiples posiciones e intereses que hay con respecto a todo lo que  
nos jugamos como sociedad a la hora de darnos una respuesta sobre qué modelo agrario, qué  
mundo rural y qué alimentación queremos. En este sentido, la construcción colectiva de los  
movimientos por la soberanía alimentaria, la denuncia de los impactos territoriales de la  
agricultura y la ganadería industrial, y la propuesta y construcción de alternativas a un modelo  
agroalimentario depredador son clave para avanzar hacia un sistema donde sea la población la  
que construya la alimentación que quiere.  
Los verdaderos problemas del campo  
Ya se ha hecho obvio: este modelo agrario, estas políticas públicas agrarias y la  
estructura del sistema agroalimentario no funcionan. Nada que no se supiese desde hace  
décadas. Y de nuevo ha vuelto a estallar la situación, y después llega la calma tensa de fondo  
en la que la extrema derecha sigue cultivando y apropiándose de iras y frustraciones,  
alimentando un marco ideológico con visos de coherencia interna pero basado en un diagnóstico  
falso y falseador de la realidad que busca desesperadamente, como veremos más adelante, cómo  
encontrar soluciones basadas en el nativismo, la violencia y el autoritarismo. La crisis del  
campo, el despoblamiento rural, los beneficios de la industria y de la gran distribución  
agroalimentaria, de las multinacionales de los fitosanitarios y de la maquinaria agrícola, los  
beneficios de los bancos en torno a la agricultura, el acaparamiento de tierra y la entrada de los  
fondos de inversión en el sector, los tratados de libre comercio y los viejos y nuevos  
transgénicos, entre otros, son elementos que llevan décadas ahí. Y las apuestas políticas de casi  
todo signo, al igual que la de Bruselas, han seguido apostando por un modelo neoliberal que  
nos deja frente al abismo alimentario y en manos de las grandes empresas.  
461  
Mantener este modelo de producción agroindustrial es inviable a la vez que  
irresponsable, se trata de un modelo que todo lo destruye. Esta forma de producir alimentos  
solo beneficia a las grandes superficies y a la industria agroalimentaria, que ganan cada vez más  
dinero. Ni la gente come mejor ni las personas productoras - agricultores, agricultoras,  
ganaderos, ganaderas- viven mejor. Este modelo productivo hegemónico tampoco cuida del  
territorio, ni de su cultura, ni de su biodiversidad, y deteriora la calidad de vida de sus habitantes,  
siendo un obstáculo más para revivir y fijar población rural.  
David Gallar Hernández; Isabel Vara Sánchez; Andrés Muñoz Rico  
Las productoras cada día están peor pagadas en un círculo vicioso donde cada vez deben  
producir más, se endeudan para comprar maquinaria, alquilar o disponer de más tierras, para  
tratar de ser más eficientes y productivas. Un callejón sin salida, en el que sólo las grandes  
explotaciones y los grandes grupos empresariales pueden mantenerse en pie. Aun así, las  
personas productoras siempre están con la espada de Damocles sobre sus cabezas, pendientes  
de cualquier evento externo que suponga la subida de precios en los costes de producción. Sin  
embargo, la cantidad de dinero que reciben por los alimentos producidos está estancada desde  
hace años, a la vez que los precios de los alimentos para las consumidoras aumentan, pero, este  
margen de beneficio de los precios no llega nunca a los bolsillos de las productoras, entonces,  
¿quién se lleva los beneficios?  
El modelo de producción agroindustrial fuerza a quien produce a tener explotaciones  
más grandes; más animales, más fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y antibióticos, y más  
problemas de contaminación de aguas, de tierra, de los propios alimentos y de las propias  
personas que trabajan en las explotaciones. Cada vez es más habitual que los pequeños y  
medianos productores tengan que cerrar sus fincas porque no les salen las cuentas.  
Y en este panorama desolador no podemos permitir que la agroindustria y la extrema  
derecha se apropien de los problemas del campo. Lo volvemos a decir: el problema de los  
productores no es la ley de restauración de la naturaleza; ni la demanda ciudadana de alimentos  
ecológicos a un precio razonable; ni que las instituciones digan que hay que comer menos carne.  
El problema del campo no es el ecologismo, no es el animalismo, no es Marruecos, no es el  
“anti-patriotismo”. El problema del campo es Mercadona, es Carrefour, es Danone, es Lactalis,  
es El Pozo, es Fertiberia, es BASF y Bayer, y lo son también los acuerdos de libre comercio  
hechos para la especulación agroalimentaria.  
462  
El malestar y los problemas en el sector agropecuario reventaron en tractoradas  
orquestadas y manipuladas por la extrema derecha y la agroindustria en beneficio propio,  
tratando de mantener el statu quo y generar una desestabilización política de corte reaccionario,  
sin querer, en ningún modo, dar respuesta a los verdaderos problemas del campo. Muchos  
tractores salieron a las calles pidiendo, como rehenes de la agroindustria, más intensificación,  
más químicos y menos ecologismo. Piden lo único que conocen porque están desesperados y  
porque se les ha robado su “identidad” y su “utopía”: ser campesinos, es decir, cuidar de sus  
tierras y hacerlo bien y poder vivir dignamente de ello y estar orgullosos de ello. Al contrario,  
la extrema derecha pretende apropiarse de lo agrario y culpar de todo a los ecologistas, a los  
migrantes, a la Agenda 2030… Esa visión violenta, antiecologista, antifeminista, negacionista  
Libertas, Juiz de Fora, v. 24, n. 2, p. 460-472, jul./dez. 2024. ISSN 1980-8518  
El “ecologismo popular y campesino” como marco para el movimiento por la soberanía alimentaria:  
el caso de “Nos Plantamos” (España)  
climáticamente, xenófoba, autoritaria, neoliberal, no representa al sector agrario ni puede ser el  
futuro del medio rural ni de la agricultura.  
La extrema derecha trata de apropiarse del concepto de soberanía alimentaria:  
Cuando cada vez se hace más difícil para muchas familias hacer la compra con  
productos frescos y no industriales; cuando una parte de la población requiere de los programas  
de ayuda alimentaria y de los bancos de alimentos; cuando cada día cierran unas 20  
explotaciones agrícolas2 de pequeño y mediano tamaño porque el precio que reciben de las  
cadenas de supermercados es inferior al de la producción de alimentos, o cuando una  
trabajadora marroquí es explotada en una plantación de fresas, lo que está en juego es la  
soberanía alimentaria.  
Este concepto tiene su origen en la década de los noventa cuando empezó a utilizarse  
por el movimiento campesino internacional, La Vía Campesina, en la Cumbre de la  
Alimentación de 1996. Surgió como un derecho colectivo en respuesta al capitalismo  
desenfrenado: el derecho de los pueblos a alimentos saludables producidos de forma ecológica  
y sostenible, que sitúa las necesidades de quienes producen, distribuyen y consumen alimentos  
en el centro de las políticas alimentarias.  
Esta filosofía de vida propuesta frente a las grandes multinacionales dueñas y señoras  
de los mercados y la especulación ha empezado a ser utilizada por la extrema derecha con una  
intención completamente diferente, y más intensamente en la campaña para las elecciones  
europeas. Estos partidos desvirtúan la propuesta y la vacían de contenido transformándola en  
una demanda ultranacionalista y retrógrada, ocultando su apoyo a un modelo agrario industrial,  
basado en un extractivismo sin límite, que conduce a los pequeños y medianos productores al  
endeudamiento y a la quiebra, cuando la soberanía alimentaria reivindica una vida digna para  
los productores, unos alimentos de calidad en un territorio sano, la justicia social y la solidaridad  
entre los pueblos.  
463  
Si echamos la vista atrás, vemos que desde hace años en España la derecha y la extrema  
derecha han tratado de agitar el descontento agrario y rural con la movilización de posiciones  
neo-tradicionalistas, la caza y los toros, y con la apropiación de la voz del campo como  
portavoces de las personas agricultoras y ganaderas. Y lo que es más grave, están llevando a  
cabo un ejercicio de ocultación mediante un falso “nacionalismo agrario” (más bien un  
“patrioterismo agrario”, podríamos decir) a través del cual meten en el mismo saco los intereses  
David Gallar Hernández; Isabel Vara Sánchez; Andrés Muñoz Rico  
de la pequeña y mediana agricultura y ganadería, así como de las personas consumidoras, y los  
intereses de la gran industria agroalimentaria, como si fuesen lo mismo, cuando en realidad son  
antagónicos.  
Además, están intentando enfrentar al sector agrario y a la sociedad con el movimiento  
ecologista mediante un falso dilema: si estás a favor de la transición agroecológica que tenga  
en cuenta la justicia social, la conservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio  
climático, estás en contra de las personas agricultoras. Sin embargo, esta oposición además de  
ser falsa es claramente interesada y cortoplacista, puesto que toda persona que viva en el medio  
rural y dependa de los recursos naturales sabe muy bien que necesita de su conservación para  
que su actividad y medio de vida no se extinga.  
Lo que estamos viviendo en este momento es una vuelta de tuerca de la lucha por el  
relato de la extrema derecha, cuando pretenden apropiarse del término soberanía alimentaria,  
como ya lo están haciendo con la palabra libertad en otros ámbitos políticos, por ejemplo. En  
el caso del Ministerio de la Agricultura y de la Soberanía Alimentaria del gobierno italiano de  
Meloni3 o al recién creado partido político Soberanía Alimentaria Española4 que se presenta a  
las próximas elecciones europeas.  
Este populismo agrario de derechas vacía el concepto y lo transforma en nacionalismo  
agrario, en lugar de favorecer la acción de agricultores y agricultoras sobre su propia realidad  
productiva y vital, y pretende mantener el statu quo de la industria agroalimentaria y las grandes  
cadenas de supermercados.  
464  
Lo que está en juego en las elecciones europeas no es sólo una cuestión terminológica,  
sino las políticas agroalimentarias europeas de los próximos años, donde es necesario definir  
qué modelo queremos y a quién queremos que represente; es imprescindible que los pequeños  
y medianos productores y sus organizaciones, de la mano del resto de la sociedad, den un paso  
adelante hacia una verdadera apuesta política en este sentido.  
Necesitamos construir un sistema basado en fincas pequeñas y medianas que produzcan  
alimentos de calidad con un modelo agroecológico, basado en la justicia social y el  
entendimiento de la finitud de la naturaleza, que permita la incorporación de jóvenes y  
reconozca el valor social de las mujeres en la producción agraria y en el mantenimiento del  
medio rural; eso sí es soberanía alimentaria. Y por mucho que lo intenten, no van a robarnos su  
significado: no les vamos a dejar.  
Libertas, Juiz de Fora, v. 24, n. 2, p. 460-472, jul./dez. 2024. ISSN 1980-8518  
El “ecologismo popular y campesino” como marco para el movimiento por la soberanía alimentaria:  
el caso de “Nos Plantamos” (España)  
Composiciones del “ecologismo social y campesino”: choque de modelos y  
articulación política  
En este contexto, los productores han tratado de adaptarse a este escenario de asfixia y  
desahucio, pero aun así cientos de miles de productores han cerrado sus explotaciones y viven  
con unos ingresos insuficientes. Mientras tanto la naturaleza sigue siendo violentada  
permanentemente por este modelo agroindustrial, las dinámicas de este sistema agroalimentario  
y este modelo de dieta, que no tienen ninguna capacidad para reponer todo lo que extrae. Y,  
finalmente, el cambio climático es una realidad incontestable para la sociedad. Todo ello fruto  
de un modelo estructural que no puede ser desmontado mediante gestos individuales.  
Muchas organizaciones y colectivos llevamos años luchando por revertir esta situación,  
por apostar por una agroecología campesina, por una política agraria razonable que acoja lo  
plural y no para los grandes propietarios y para la agroindustria. Pero no ha sido suficiente.  
Hace unos meses las personas consumidoras ya protestaron, y mucho, cuando los  
precios de la cesta de la compra subieron de manera escandalosa: los barrios, las calles, las  
redes sociales y los medios de comunicación se llenaron de críticas, lamentos y penurias. Pero  
la agenda política y mediática cambió de foco. Y han tenido que salir los tractores a las  
carreteras y a las calles de las ciudades para que el tema se tome en serio, al menos durante un  
tiempo.  
465  
Mientras tanto, quince científicos y veintitrés activistas climáticos habían sido detenidos  
en los últimos meses acusados de organización terrorista por denunciar, entre otras cosas, que  
este modelo agrario y este sistema agroalimentario son una abominación que engulle y destroza  
a las personas, productoras y consumidoras, a la naturaleza, y que es una de las fuentes  
fundamentales de la amenaza global que supone el cambio climático.  
A su vez, en 2023 ganó las elecciones regionales en Países Bajos un partido que se  
autodeclara “campesino” después de sacar los tractores a las carreteras para defender un modelo  
agrario industrial de altas emisiones de nitrógeno y que reclama la eliminación de la “dictadura  
ambientalista”5. Salieron los tractores alemanes por los recortes de subvenciones al diésel  
agrícola y para protestar contra las medidas ambientales de la Política Agraria Común (PAC).  
En Francia salió la patronal de la agricultura industrial para reclamar más ayudas directas e  
indirectas al modelo agroindustrial y la eliminación de las medidas agroambientales. Y lo  
mismo en el resto de países europeos. Todo ello después de que se prolongase diez años más el  
uso del glifosato en Europa y ahora han conseguido una paralización del objetivo de la  
David Gallar Hernández; Isabel Vara Sánchez; Andrés Muñoz Rico  
reducción de los productos fitosanitarios en 2030. Los tractores han salido y están consiguiendo  
resultados: la perpetuación de la agroindustria.  
Pero en Francia también han salido a las carreteras los tractores de la Confederation  
Paysanne, la organización miembro de la Coordinadora Europea de Vía Campesina (ECVC),  
defensora de los productores de pequeña y mediana escala, y que no conciben las medidas  
agroambientales como la causa de sus problemas. La Confederation Paysanne ha sacado los  
tractores a la vez que los productores de la agroindustria pero para denunciar que los problemas  
de los pequeños y medianos productores no son los mismos que los de la gran agroindustria.  
Ha salido a las carreteras para decir que es el modelo neoliberal y las políticas públicas al  
servicio de la gran industria las que les están asfixiando. La Confederation Paysanne ha hecho  
un enorme esfuerzo por señalar y expulsar a la extrema derecha de sus acciones, por denunciar  
los intentos de cooptación por parte del neofascismo del malestar rural y agrario. Y han ido a  
los supermercados para denunciar que son las grandes empresas las que se benefician, las que  
acumulan beneficios desorbitantes a costa de productoras y consumidoras; aprovechándose de  
los tratados de libre comercio, de los alimentos kilómetros, insustentables, explotando a  
campesinos del Sur y del Norte, explotando los territorios del Norte y del Sur.  
Y después de muchos años de andar juntos y de construir confianzas y comprensiones  
desde la diversidad, la Confederation Paysanne ha contado de manera inmediata con el apoyo  
del resto de las organizaciones ecologistas y del resto de actores del movimiento por la  
Soberanía Alimentaria y la defensa de los territorios. Este movimiento de “habitantes de la  
ciudad y del campo, de ecologistas y de campesinos/as ya establecido/as como tales o en  
proceso de hacerlo”, tal y como se define “Sublevaciones de la tierra”6, ha dado un paso  
adelante y ha vuelto a declarar que rechaza la división artificial e interesada entre productores  
y ecologistas, y que apuesta colectivamente por una agricultura campesina y agroecológica de  
pequeña escala, orientada a los mercados locales para garantizar el derecho a la alimentación  
adecuada, que apuesta por un mundo rural vivo y que cuide del medio ambiente para que el  
medio ambiente cuide de las personas.  
466  
Esta alianza ciudadana, campesina y ecologista, en su defensa por el territorio y la  
agroecología campesina, lleva años de acciones de denuncia, concienciación y acción directa  
no violenta. Y la acogida por parte del Estado francés ha sido el desprecio social, la defensa de  
los intereses de la agroindustria y la represión brutal con todos los mecanismos del aparato  
Libertas, Juiz de Fora, v. 24, n. 2, p. 460-472, jul./dez. 2024. ISSN 1980-8518  
El “ecologismo popular y campesino” como marco para el movimiento por la soberanía alimentaria:  
el caso de “Nos Plantamos” (España)  
estatal, la criminalización política y el intento formal de “ilegalización” de un movimiento  
social, dejando tras de sí varios heridos muy graves y personas encausadas judicialmente. Sin  
embargo, Sublevaciones de la tierra se ha convertido en un referente como movimiento social  
transversal, con capacidad de empezar a romper las distancias y desconfianzas entre actores  
diversos, y construir una propuesta colectiva como habitantes de los territorios, personas  
trabajadoras de la tierra y consumidoras de alimentos.  
Sublevaciones de la tierra y Confederation Paysanne han mostrado la importancia vital  
de construir puentes, de abrir espacios de comunicación, de comprensión, de empatía; de  
encontrar los elementos comunes de distintos sectores ante las grandes amenazas de la  
agroindustria y de las políticas públicas que las sostienen. Y han logrado salir a las calles, a las  
carreteras y a los campos, y a los supermercados, a defender el bien común, escapando del  
corporativismo y de las barreras sociales y culturales.  
El movimiento por la soberanía alimentaria en España y “Nos Plantamos”  
En el Estado español el movimiento por la soberanía alimentaria lleva décadas tratando  
de consolidarse como un sujeto político colectivo relevante. Ha habido momentos de más  
relevancia que otros, pero siempre se ha tenido una visión compartida sobre la necesidad de  
avanzar hacia un modelo agrario, rural y agroalimentario basado en la producción de pequeña  
y mediana escala, de manejo agroecológico, de apostar por la necesidad de dotar de más apoyos  
y recursos para facilitar el desescalamiento de la agriculturas industriales, de apoyar a que los  
pequeños y medianos productores encuentren su acomodo en la transición hacia una agricultura  
agroecológica. Ha sido esta una visión compartida y construida desde la diversidad, desde la  
necesaria complementariedad entre las visiones provenientes del campo, del movimiento  
ecologista, de las consumidoras, de las experiencias agroecológicas, del tejido asociativo rural,  
de la academia afín, de las ONG vinculadas a la Soberanía Alimentaria.  
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Este movimiento alimentario por la Soberanía Alimentaria y la Agroecología nos  
estamos refundando, y queremos seguir profundizando y ampliando la construcción cada vez  
más colectiva de esta visión compartida. Sobre la base de todo el movimiento alimentario  
previo, en septiembre del 2023 en Córdoba, con ocasión del encuentro de Ministros de la UE  
de Agricultura, nos constituimos como un nuevo e incipiente espacio social que gritase “Nos  
Plantamos” contra las injusticias y violencias del sistema agroalimentario. Así, es como más de  
50 organizaciones y casi 200 personas definimos “Nos Plantamos” como un “movimiento que  
enreda a quienes defienden la transformación hacia la agroecología y la soberanía  
alimentaria, que quiere ser un actor clave en la transformación del sistema agroalimentario.  
David Gallar Hernández; Isabel Vara Sánchez; Andrés Muñoz Rico  
Un movimiento inclusivo e incluyente con personas campesinas, ecologistas, activistas  
climáticas, científicas, sindicalistas, consumidoras, de movimientos sociales, etc.7. Es decir,  
tratamos de seguir ampliando la base social y organizativa del movimiento alimentario, para  
llegar a más base social, incorporando nuevas visiones, con nuevas y más profundas  
sensibilidades feministas, de clase, climáticas, por edad, etc. Son muchos los aprendizajes de  
estos años de movilización social feminista, climática y juvenil, y así los asumimos.  
Además, “Nos Plantamos” pretende actualizar las formas de acción social colectiva del  
movimiento alimentario y adaptarse a las urgencias que cada parte del movimiento está  
identificando. La agroecología campesina y un modelo agroalimentario agroecológico es  
imprescindible y es urgente para abordar los problemas de los productores y del mundo rural,  
para abordar la crisis climática y de biodiversidad y para garantizar el derecho a la alimentación.  
La ciencia lleva décadas también advirtiendo de los impactos negativos de este modelo  
agroalimentario industrial en personas y medioambiente. Un nuevo movimiento de activismo  
científico y de juventud por el clima han logrado un enorme cambio social, pero aún se  
enfrentan a grandes adversarios. El negacionismo climático y el enfrentamiento entre  
agricultores y ecologistas son obstáculos enormes, y agitados de manera interesada, que tratan  
de evitar la identificación de las causas reales de la situación y, por tanto, desviar la atención de  
cuáles son los focos de presión a los que dirigir nuestras rabias y rebeldías, olvidando el papel  
de la agroindustria, la gran distribución y las multinacionales agrícolas.  
468  
“Nos Plantamos” también incluye entre sus objetivos y ejes estratégicos la resistencia e  
impugnación de los nuevos fascismos y su infiltración en las temáticas agrarias, los intentos de  
cooptación y apropiación por la extrema derecha de las penurias y malestares de los pequeños  
y medianos productores, cuando en realidad solo pretenden capitalizar ese malestar para  
profundizar las desigualdades del modelo agroindustrial. Es imprescindible que haya un  
contrapeso a esas plataformas como SOS Rural, Plataforma 6F y los grupos “antisindicalistas  
y apolíticos” que solo quieren apropiarse y utilizar el dolor de los campesinos. También tenemos  
que hacer autocrítica: el movimiento por la agroecología campesina y la Soberanía Alimentaria  
tenemos que repensarnos mucho para lograr tender puentes con los pequeños y medianos  
productores y con el resto del medio rural, y lograr construir alianzas fuertes que consigan  
recursos y políticas públicas que faciliten la desindustrialización del sector, y que apoyen la  
transición hacia sistemas agroalimentarios verdaderamente sostenibles y justos con enfoque  
agroecológico.  
Libertas, Juiz de Fora, v. 24, n. 2, p. 460-472, jul./dez. 2024. ISSN 1980-8518  
El “ecologismo popular y campesino” como marco para el movimiento por la soberanía alimentaria:  
el caso de “Nos Plantamos” (España)  
“Nos Plantamos” quiere ser un espacio de diálogo y de escucha mutua, de empatía y  
honestidad, orientado a la construcción de un movimiento diverso pero firme en sus  
posicionamientos de soberanía alimentaria y agroecología campesina como herramientas de  
justicia social, de defensa de la naturaleza y frente al cambio climático. Como dice La Vía  
Campesina internacional, “la agricultura campesina alimenta al mundo y enfría el planeta”.  
“Nos Plantamos” es una rebeldía común por la agroecología campesina en todos los territorios,  
con el fin de que los productores organizados (incluyendo a las personas trabajadoras y  
jornaleras del campo) tengan su espacio al igual que el movimiento ecologista y climático, el  
ámbito académico activista, los colectivos de consumidoras, la gastronomía o el ámbito  
sanitario.  
Desde “Nos Plantamos” aspiran a que se cultiven alimentos locales y agroecológicos,  
que se puedan encontrar en los mercados de toda la vida, a que los precios que pagamos las  
consumidoras sirvan para que las agricultoras y ganaderas puedan vivir dignamente. Se define  
como horizonte un sector agrario revitalizado, joven, y con el protagonismo de las mujeres, que  
son las que alimentan al mundo y, como en todos los sectores, las grandes invisibilizadas. La  
demanda de “Nos Plantamos” es un sector agrario y un mundo rural digno de ser vivido.  
Apostamos por un sector agrario campesino para cuidar los territorios, haciendo que la  
agricultura y la alimentación dejen de ser un problema ambiental. Porque sabemos que la  
agricultura campesina alimenta al mundo y enfría el planeta.  
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Necesitamos territorios y sociedades que estén orgullosas de su cultura y de sus paisajes,  
territorios que puedan tener una forma de vida digna. Desde “Nos Plantamos” apostamos por  
modelos de agricultura y ganadería agroecológica, mercados locales, necesitamos un cambio  
para que productoras y consumidoras estén en el centro del modelo alimentario.  
Tirando líneas de acción colectiva desde el movimiento campesinista por la  
soberanía alimentaria  
Por eso es importante que las organizaciones agrarias integrantes de La Vía Campesina  
(LVC) internacional y de la Coordinadora Europea de Vía Campesina (ECVC) estén formando  
parte de este movimiento y sean capaces de alzar su voz para desmontar la versión de la  
agroindustria y de la extrema derecha sobre “los problemas del campo”. “Nos Plantamos”  
compartimos radicalmente las reivindicaciones de ECVC y otras organizaciones campesinas y  
agroecológicas sobre precios justos, políticas públicas apropiadas, bloqueo a los tratados de  
libre comercio, una PAC que facilite la transición justa hacia la agroecología campesina y las  
prácticas sostenibles; apoyo a la ganadería extensiva; la paralización de las nuevas técnicas  
David Gallar Hernández; Isabel Vara Sánchez; Andrés Muñoz Rico  
genómicas, la prohibición de macrogranjas; una menor burocracia y más eficiente; el apoyo a  
la incorporación de jóvenes; la protección de las trabajadoras rurales migrantes y no migrantes;  
facilitar el acceso a la tierra e impedir el acaparamiento y especulación de tierras por fondos de  
inversión y empresas del agribussines; consolidar los derechos de las personas campesinas y  
fortalecer el derecho a la alimentación; un enfoque feminista interseccional y transversal; la  
consideración de las diversidades sexuales y de género; la compra pública de alimentos  
agroecológicos; el apoyo a canales de transformación, comercialización y consumo de  
productos locales agroecológicos; un reparto justo y social del agua; la protección de los  
recursos naturales como bienes comunes; la defensa de la biodiversidad cultivada; la lucha  
contra el cambio climático y la defensa de los territorios.  
Allá donde los campesinos se organicen de manera autónoma o a través de  
organizaciones de LVC, defendiendo y practicando la agroecología campesina, defendiendo un  
modelo agrario y un mundo rural vivo; allá donde los territorios y sus habitantes se defiendan  
contra la agroindustria y contra todas las amenazas de desposesión y destrucción de sus  
territorios físicos y sociales; allá donde las consumidoras se organicen para el consumo local y  
agroecológico; allá donde el movimiento ecologista y climático den un paso adelante; allá  
donde haya que pelear por políticas agroalimentarias que apuesten por la Soberanía Alimentaria  
y por el apoyo decidido a la transición real hacia un sistema agroalimentario agroecológico; allá  
donde haya una injusticia y un atentado contra el campesinado y la ecología, allá estará “Nos  
Plantamos”.  
470  
Ante las movilizaciones agrarias y la presión de la agroindustria, “Nos Plantamos”  
seguirá construyendo de fondo un movimiento social que aglutine sensibilidades, que permita  
el diálogo y la comprensión mutua, bajo el paraguas de la agroecología campesina y la  
Soberanía Alimentaria, del ecologismo popular y social. Apelamos, pues, a que los pequeños y  
medianos productores no rechacen el concepto de “campesinado”: es verdad que ha sido un  
término despectivo durante mucho tiempo, símbolo de atraso y desprecio social, pero tratar de  
ser “empresarios agrícolas” de la agroindustria tampoco está siendo una solución. Las palabras  
que se usan son importantes: por eso es tan potente cuando los pequeños y medianos  
productores se enorgullecen de identificarse a sí mismos como campesinos, pageses,  
baserritarras, camperoles, labradores o como jornaleras en tanto que son campesinas sin tierra:  
como personas que trabajan el campo para producir alimentos y cuidar sus pueblos; y cuando  
no tienen miedo, al contrario, de proclamarse como defensores de la tierra: haciendo  
agroecología o dispuestas a hacerlo si consiguen el apoyo suficiente y unos precios dignos para  
dejar de ser peones de la agroindustria.  
Libertas, Juiz de Fora, v. 24, n. 2, p. 460-472, jul./dez. 2024. ISSN 1980-8518  
El “ecologismo popular y campesino” como marco para el movimiento por la soberanía alimentaria:  
el caso de “Nos Plantamos” (España)  
En este sentido, comparte y asume como propias las demandas de la ECVC en el marco  
de estas movilizaciones: precios justos y una necesaria regulación de mercado, como la  
incipiente Ley de la cadena alimentaria; el fin de los tratados de libre comercio basados en la  
desigualdad y la competencia desleal; un presupuesto suficiente y una distribución equitativa  
de las ayudas de la PAC para facilitar una transición justa hacia la agroecología y las prácticas  
ecológicas; la reducción de la carga administrativa para las y los agricultores; y detener la  
desregulación de las nuevas técnicas genómicas.  
Desde “Nos Plantamos” huyen de la “superioridad moral” que se achaca a quienes no  
son productores: no estamos para decirle a nadie qué debe hacer. Por eso desde “Nos  
Plantamos” cuidamos y celebramos los pasos decididos hacia el protagonismo campesino de  
las organizaciones de ECVC, de la pagesia organizada, de las ganaderas extensivas, de las  
experiencias y colectivos agroecológicos. Está siendo emocionante comprobar la vitalidad,  
claridad y potencia del movimiento campesino y agroecológico en todos los rincones del Estado  
español.  
Celebramos y acogemos la honestidad y la empatía colectiva para encontrar puntos de  
diálogo y de resolución de los conflictos entre las distintas sensibilidades de quienes comparten  
de alguna manera el horizonte de la soberanía alimentaria. Celebramos y cultivamos la  
construcción de confianzas mutuas. Y desde la urgencia de la situación, como dirían las  
zapatistas o Sancho Panza, vamos despacio para llegar lejos.  
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Y yendo despacio, tenemos que actuar de manera urgente. Construir alianzas para pasar  
a la acción. Las personas campesinas, las ganaderas, el movimiento climático, el movimiento  
ecologista, la ciencia, las colas del hambre en los barrios, la cesta de la compra de las  
consumidoras…, todas vemos que tenemos que plantarnos ya y construir algo distinto en cada  
granja, en cada pueblo, en cada mercado, en cada barrio, en cada ciudad, en cada política, en  
cada escuela y universidad. Es urgente sacar los tractores, salir a las calles, abandonar los  
grandes supermercados, inundar los mercados de productores agroecológicos, señalar a la  
agroindustria y a quienes destrozan los territorios y la vida del medio rural. La acción directa  
no violenta, la creatividad, la solidaridad y el apoyo mutuo deben ser nuestras herramientas  
para avanzar hacia la soberanía alimentaria.  
Referências bibliográficas  
DI PAULA, Martina; GALLAR, David; GARCÍA VILLAVERDE, Xosé María. “Allariz, de la  
destrucción agroindustrial a la solución agroecológica”. El Salto, 9 out. 2024. Disponível  
em:  
solucion-agroecologica. Acesso em: 16 out. 2024.  
David Gallar Hernández; Isabel Vara Sánchez; Andrés Muñoz Rico  
GALLAR, David (2024), La reconfiguración de la arena política agraria: populismos,  
sindicalismo y campesinado, Nuestra Bandera. Revista de debate teórico y político, número  
263-2T, 141-150, ISSN: 1133-567X. Admitido 8 de abril de 2024. Disponível em:  
MUÑOZ, Andrés; GALLAR, David (2024) “La extrema derecha trata de apropiarse del  
concepto de soberanía alimentaria”. Tribuna Agricultura El País. 3 jun. 2024. Disponível  
out. 2024.  
VILALBA, Isabel; CIFRE, Helena; MUÑOZ, Andrés; GALLAR, David; DI PAULA, Martina.  
“Nos Plantamos: por un modelo alimentario centrado en las personas y en la tierra”. Tribuna  
Agricultura El País, 5 de marzo de 2024. Disponível em: https://elpais.com/clima-y-  
personas-y-la-tierra.html. Acesso em: 16 out. 2024.  
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Libertas, Juiz de Fora, v. 24, n. 2, p. 460-472, jul./dez. 2024. ISSN 1980-8518